“Abultas tus suaves mejillas
obligando a los maquillados labios
rojos, perfilados, apetecibles, carnosos,
a una mueca de agrado por mi presencia,
medio sonriendo, discreta, timidilla...
como si con ese lenguaje me dijeras:
te gusté, lo se, te gusté.
Tensa con la postura perfecta
casi sin mover tu enhiesto cuello
notabas desde la distancia
como en ti me fijaba
al acercarte a mi.
Ya, muy próximos,
centrado en el paso elegante y decidido
perseguía la forma de tus pies
elevados por clásicos tacones
donde surgían
cercano a sugerentes tobillos
la hermosa forma de tus piernas
imbuidas en un magnífico tejano
que realzaba tu cadera
obligándome a homenajearla
con mi vista unos instantes.
Generaste en mi el deseo
intrigado por tu entallada blusa
pues al pasar a mi lado
superaste un obstáculo
donde estirando levemente la espalda
quedé preso de la estela de tu perfume
y una fugaz impresión de tu piel.
Se balanceaba a tu ritmo
un bolso en tu brazo flexionado
mano cerrada,
manicura perfecta
muñeca al cielo,
que aprovechando el contoneo
corregiste a un colgante moderno
para situarlo discretamente
entre tus protegidos senos.
Aunque no te conozco,
impulsiva complacencia,
quiero homenajearte con este poema
que en mis ojos empezó a escribirse
al revelarse en mi tu belleza
pues detrás de tus gafas oscuras,
se que me inquiriste desde la distancia
y por eso...
discretamente,
me sonreíste.”