“Ese proceso por el cual
una persona se agazapa
dentro la apariencia de su disfraz
dándole espera a la ambición
y alimentándola para que siga latiendo
hasta que las circunstancias sean propicias
ya que nunca se ahoga del todo...
debe tener un nombre.
Quizá ese animal que aún somos
da un nuevo alcance a sus instintos
y para conseguir sus fines
ha de usar de similares felinas argucias
ocultándose ante vistas, oídos y olfatos
para no revelar quién uno es
y, con instintiva suerte, estrategia y ejecución,
avalanzarse sobre la presa seleccionada.
Como no siempre hay objetivo al alcance,
bajo la constante cadencia del tiempo
es forjada con precisión
la ardiente pregunta Sekispiriana
en el yunque de la retórica.
Templada, de cuando en cuando,
con helada represión e impotencia
irá dando entidad a su arma
y con la muela de la ambición
sacará el doble filo
con el que podrá blandir...
tanto por lo conseguido
como por lo atesorado.”
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